Economía y COVID-19

ECONOMÍA Y COVID-19

Este es un buen momento, para aprobar algunas medidas que han estado en discusión desde hace tiempo

Estamos entrando en una etapa altamente recesiva, pues las proyecciones de crecimiento económico que teníamos, aunque modestas, van a cambiar muy probablemente a un estancamiento o decrecimiento económico para este año 2020.  Las grandes potencias mundiales han tomado acciones de urgencia y atención a la crisis de salud pública provocada por el COVID-19.  La mayor parte de las decisiones conllevan impactos recesivos en esas economías e impactan de rebote al resto del mundo, especialmente a los países que dependemos en gran parte de la relación comercial, turística y tecnológica con ellos.

China, EE. UU. y Europa, especialmente Italia y España están arrastrando al resto de la economía mundial en este proceso.  China requerirá mucho tiempo para volver a las tasas de crecimiento económico de dos dígitos y territorios como Wuhan requerirá varios años para generar nuevamente la confianza que ha perdido y lograr que las empresas y la sociedad funcionen normalmente, tal y como lo hacían antes de la crisis.  EE. UU. y Europa, aunque tardíamente, también tomaron medidas extremas.  Han cerrado sus fronteras, han reducido el turismo, han recomendado a la población quedarse en sus casas, realizar teletrabajo, cerraron los centros de enseñanza desde escuelas hasta universidades, y en fin prácticamente han reducido el funcionamiento de la economía al mínimo.

A nivel global, las empresas y las personas estamos entrando en una etapa de menor consumo, menor demanda de bienes y servicios y por lo tanto de menor interacción económica en los mercados. Esto hace que las empresas sean más reacias a invertir, el riesgo se hace mucho mayor que en la normalidad; por lo tanto, también se produce una contracción en esta esfera.  En otras palabras, la demanda de la economía se reduce impactando la producción de forma negativa, que es justamente la que genera empleo, pero que en estos casos más bien sucede lo contrario.

Por otro lado, por razones de prevención del contagio por contacto, nos enfrentamos a una relativa paralización de la movilidad de las personas y las mercancías.  No se trata solo de la circulación de las personas enfermas, sino que tampoco se permite que entren en los países las personas sanas que vienen y van a trabajar, brindar asesoría técnica, hacer negocios o a disfrutar del turismo.  Por ejemplo, solo en San José, en dos días se cancelaron más de 8.000 habitaciones reservadas, esto sin contar las cancelaciones en los hoteles de playa y descanso.

Pero también se afecta la logística y movilidad de mercancías.  Recordemos que los países asiáticos y especialmente China es la gran plataforma de fabricación y ensamblaje de partes de instrumentos tecnológicos.  La empresa más famosa del mundo Apple, por ejemplo, que tiene más de 350.000 empleados en China, principalmente en Wuhan debió cerrar la producción por varias semanas. Igual hizo H&M, Mc Donald´s, KFC, Pizza Hut, Ikea y ni que decir de las empresas locales en cada uno de los territorios de mayor afectación por el COVID-19.  Todas las empresas, en los diferentes países que forman parte de la cadena productiva, se quedaran esperando hasta que les lleguen los suministros, cuando pase esta situación y por lo tanto también están afectando empresas y trabajadores en otros países.  En otras palabras, la oferta de trabajo y de producción también ha sido afectada de forma negativa a nivel global.

El mercado financiero también está siendo impactado seriamente.  Los precios de las acciones de las empresas, que se tranzan en las bolsas internacionales, han caído dramáticamente, tanto por la realidad de lo que está sucediendo, como por la percepción y grados de incertidumbre de lo que va a suceder.  El problema es que son muchas las personas las que tienen sus fondos de pensiones y ahorros invertidos en este tipo de acciones que hasta ahora parecían sumamente seguras. Además, conforme los activos financieros se vuelvan menos seguros, las tasas de interés se vuelven más altas.   Las calificadoras de riesgo internacional están actualizando la calificación de las economías de nuestros países y, por lo tanto, la situación se torna más complicada.

En síntesis, el coronavirus, nos está impactando los mercados y nuestra economía de una manera impredecible hasta hace muy poco tiempo.  Los impactos son enormes en este momento y aunque tenemos la esperanza que los sistemas de salud puedan controlar la situación en el corto plazo, en este primer semestre del año, los efectos en la economía continuarán por un tiempo.  Las secuelas de la pandemia se extenderán por varios años.

La respuesta, desde el punto de vista económico, debe ajustarse a la realidad y desarrollo institucional y a las posibilidades fiscales de cada país.  El sábado 14 de marzo de 2020 el Gobierno de Costa Rica anunció las primeras medidas, entre ellas:

  1. Aliviar y flexibilizar temporalmente el pago de las cuotas de la CCSS y otras cargas sociales.
  2. Aliviar y flexibilizar las condiciones crediticias y de tasas de interés de las personas y sector productivo.
  3. Una propuesta de moratoria de impuestos de las empresas.
  4. El INS ampliará las cobertura para el seguro de viajes para que cubra efectos del coronavirus, y se tomaran medidas en seguro de riesgos del trabajo y de las empresas.
  5. Se regularán los precios de los productos básicos asociados con la alarma sanitaria, tales como alcohol en gel, jabón líquido, desinfectante y otros.

 

Pero deberán crearse muchas más, la reactivación económica de nuestro país las requiere.  En este sentido, este es un buen momento, para aprobar algunas medidas que han estado en discusión desde hace tiempo, como son la regulación de las tasas de interés para evitar la usura, o la reducción del cargo que se cobra por el uso de los datafonos para pagos con tarjetas, y la flexibilidad de las jornadas laborales, entre otras medidas.

Olman Segura Bonilla, Economista (Ph.D.). Director CINPE-UNA.